jueves, 17 de enero de 2013

Feels like snow in September


Volvía a llover, Marie abrió el paraguas, delante de ella Valeria iba  hablando con Niall, Paula estaba a su derecha, justo al lado de Zayn. Unos pasos por detrás Harry miraba el suelo pensativo. Y a la cola, Liam, Louis, Marta y Carla. Iban a un restaurante con intención de cenar algo rápido porque Niall no paraba de quejarse de que tenía hambre.  Estaba tiritando, pero hacía lo posible para que pareciera que estaba bien. Nadie la había obligado a salir de casa en shorts, y menos en Londres. Caminaba en silencio, escuchando las conversaciones del resto y oyendo las gotas de lluvia caer en el techo del paraguas. Cruzaron el parque y volvieron a los coches.
Valeria podía dar una conversación lo bastante interesante como para poder apartar los pensamientos de Paula que volaban por su mente. Al menos eso pensaba Niall. La chica no se acordaba de nada de lo que había pasado la noche anterior, o en realidad sí se acordaba pero le odiaba tanto que pretendía apagar las imágenes y dejar el pasado, en solo eso, pasado. El viaje en coche se le hizo eterno, pero solo habían sido 10 minutos.
Marta apenas podía creer que siguiera en pie, llevaba un día muy movido, lleno de sorpresas. Liam había roto con Danielle y ella no se había enterado. No hacía mucho según él había comentado pero de todas formas era una noticia bomba que a cualquier directioner le parecería la mejor cosa del mundo. Pero sobre todo a ella, ahora que le tenía tan cerca, ahora que por fin podía cumplir su sueño. Llegaron al restaurante, y se afincaron en una mesa.
Louis sonreía, como siempre, estaba feliz. Todo el mundo pensaba que Louis Tomlinson podía pasarse el día riéndose, pero ahora no podía. ¿Serían celos? ¿Por qué ella hablaba con el resto y no con él? A lo mejor pensaba que él era muy inmaduro porque a pesar de ser el mayor era casi el menos responsable. No, no era eso, ella reía sus bromas. ¿Qué fallaba entonces? A lo mejor no tenía que haberlo dejado con Eleanor, pero de aquello hacía ya varios meses… Pidieron y esperaron pacientemente que llegara la comida.
Carla sentía pinchazos en la rodilla, se había dado un buen golpe contra la pata de la mesa. Miraba rápidamente a Zayn y luego volvía a fijar la vista en la nada. No quería que él ladescubiera mirándole, prefería no saber que pensaría el chico. Al fin y al cabo él tenía novia y era famoso y ella solo era una española a la cual la suerte había sonreído dándole por vecinos a sus ídolos. Tenía gracia, a ella nunca le había ido todo ese rollo del destino. Eso era más típico de Marie,  podía ser muy supersticiosa. El camarero anunció que pronto llegaría la cena.
“Harry estás perdiendo tu encanto” Se dijo el pequeño en su interior, “En tan solo dos días pudiste enamorar a una mujer famosa y no puedes con ella” Volvió a mirarla, parecía absorta en sus pensamientos. Llevaba así desde que se fueron del Hyde Park, a lo mejor había metido la pata. Quizás estuviera yendo muy rápido, había llegado ayer. Esta vez quería estar seguro de que ella sentía lo mismo, pero no estaba seguro de poder esperar. Pensó en ofrecerle su chaqueta, era evidente que tenía frío, pero luego entraron en el restaurante. Ahora estaban llegando las primeras raciones.
Valeria estaba sentada con Paula a la derecha y Liam a su izquierda y enfrente tenía los profundos ojos azules de su BooBear, sí, le perdían los ojos de Louis, a quién iba a mentir. Muchas chicas solían decirle que dejase de pensar como una cría de trece años, pero ella nunca se había dejado amedrentar. El lema del grupo era algo así como “Si hiciera caso de lo que la gente me dice nunca habría llegado hasta aquí” Era una frase que decía mucho su abuela. Les posaron la cena, tenía una pinta exquisita.
Zayn observaba la tele, las noticias de la cadena nacional estaban hablando de las nuevas leyes aprobadas por el primer ministro, no era qe le interesase la política pero temía cruzarse con su mirada. Le recordaba tanto a Perrie. Perrie; la que le había dicho a principios de año que ya no había más, que se había terminado porque no podía soportar estar alejada de él. Y ahora, pocos meses después llegaba una española que solo le hacía pensar el su antigua novia. En aquel restaurante todo estaba delicioso, tendría que empezar a hacerle más caso a Niall
Paula tarareaba “Little things” en su mente, no podía hacerlo en alto porque no pretendía parecer loca por sus ídolos. La felicidad que desprendía el irlandés mientras comía brillaba a kilómetros de distancia. Hasta la fecha sus únicas novias habían sido las guitarras y las comidas. Aún le rondaban por la cabeza las palabras del chico “En lo que pasó anoche, entre nosotros quiero decir” ¿Qué había hecho? No estaba tan borracha, al menos eso pensaba ella. Alguna Nochevieja había sido peor y no cometió ninguna estupidez. Se suponía que habían venido a Londres a estudiar, si su madre se enteraba la llevaría de vuelta a España a la voz de ya. Ya era hora de pagar la cuenta, sacó su cartera y miró la nota.
Liam flotaba en su mundo, el más sensato de los chicos aún seguía recapacitando sobre la noche de ayer. Sus nuevas vecinas les habían revolucionado eso quedaba totalmente claro. Y es que las chicas eran de armas tomar, todas diferentes e iguales a su manera. Con sus fuertes y sus débiles. Sus caídas y levantamientos. Parecían nieve de septiembre, la cuál es difícil de encontrar pero cuando llega, lo hace fuertemente. Empezaron a levantarse, ya era hora de volver a casa y parecían cansados.


Cuando Marie agarró su pijama y su almohada se sintió como en el cielo, había llegado ayer y no había tocado su cama, algo poco habitual en ella que era una vaga redomada. Abrió su bolso para sacar su móvil y encontró una pequeña nota, no había reparado en ella antes, un número de teléfono. ¿Y ahora qué? Se preguntó la pequeña. La situación era la típica del admirador secreto que suelen tener las chicas populares de las series de televisión, en su infancia Marie siempre había querido ser como ellas, ahora comprendía que tal y como era; era feliz.
No podía dormir, la nota y el teléfono llenaban su mente. Vueltas y vueltas. Bebió agua, y tampoco funcionó. Decidió abrir la ventana y tomar el aire un rato. Se apoyó en el alféizar y cerró los ojos. Podía sentir el fluido tráfico de los coches londinenses, la vida nocturna de la capital británica. Se oyó un golpe sordo, otra ventana abierta. Y luego una voz preguntó:
-¿Tu tampoco puedes dormir?
Marie volvió a abrir los ojos, allí estaba él, con sus ojos verdes. Siempre le habían gustado esos ojos, le recordaba a las plantas, sus mejores amigas durante el tiempo que había vivido con sus abuelos. La chica negó con la cabeza y sonrió ligeramente. Harry le devolvió la sonrisa  y ella pensó que era un amor de persona “Céntrate Marie; no eres más que su vecina y nunca lo serás” Bostezó y le dio las buenas noches al chico. Volvió a la cama y no supo bien como se durmió. Y durmió toda la noche del tirón como hacía meses que no dormía.


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