Nada
podía hacérseles a Marie y Harry, estaban tan enfadados uno con el otro que la
chica había subido corriendo a su habitación y había cerrado tan fuertemente
las cortinas de la ventana que daba a la mansión de los chicos, tan fuerte que
casi las tiras. No es que me preocupara mucho lo que iba a decir el rizoso, si
no lo que ella iba a hacer. Durante toda la mañana siguiente intenté entrar
varias veces en su habitación para hacerla entrar en razón para que se
disculpase (aunque yo bien sabía que mi amiga no tenía ni pizca de culpa) pero
alguien tenía que dar el primer paso y ninguno de los dos cedía el brazo. Al
mismo tiempo intentaba mantener en secreto mi salida de esta noche con Niall e
intentaba prepararme para ella. Cuando era pequeña solían decirme que siguiera
mis sueños y ahora que casi los tenía al alcance de unas horas realmente no
sabía si quería conseguirlos. Me entraba un pánico terrible solo de pensar que
iba a ir a cenar con el irlandés más deseado de toda la Historia. A lo mejor no
el más deseado pero sí el más tierno.
Marta
sospechaba algo, y me preocupaba totalmente que pudiera decírselo a Carla.
Porque ella podría arruinar por completo la intimidad de la salida. Valeria no
tenía ni la más remota idea, o eso quería yo pensar. Y Marie estaba tan
centrada en sus propios problemas que no se percataba de lo que le pasaba al
resto del mundo. Salió de su cuarto en un par de ocasiones y solo lo hizo para
comer algo. Deambulaba por la casa como un zombi y Carla se limitaba a mirarla
y decir:
-Esta
chica parece tonta.
Algo
que enfadaba a Valeria, tanto que terminó por salir del salón y encerrarse en
su cuarto también, y como yo no quería disfrutar de la infernal compañía de las
hermanas sarcasmo me largué a solucionar mis propios problemas, ¿Qué coño iba a
ponerme? Mi vestidor estaba lleno de preciosas prendas, vestidos
despampanantes, camisetas divinas, blusas perfectas (`palabras textuales de
Marta) Y sin embargo yo no tenía ni idea de que llevar. Ni siquiera sabía dónde
íbamos a ir, lo que me daría una imagen más clara de mi vestimenta. Pero ni
eso. Me senté en la moqueta y me masajeé las sienes. ¿Por qué era tan difícil
ser feliz? Volví a levantarme dispuesta a encontrar mi ropa. Agité frente a mí
una blusa azul marino y otra rosa. Suspirando descarté la última, y recogí unos
pitillos rojos del suelo. Como toque final elegí unas sandalias del mismo tono
que la blusa. Salí sigilosamente del vestidor, cerrando la puerta sin hacer
ruido. Corretee a mi habitación y cerré dando un portazo, queriendo hacer creer
a Carla que Marie volvía a estar de mala ostia. Daba pena echarle toda la
mierda encima a la pequeña, pero era lo más creíble.
Cuando
a las ocho sonó el timbre casi me da algo, Niall era tan sumamente puntual que
hasta daba miedo, bajé corriendo las escaleras y me lancé a abrir la puerta tan
rápido que embestí a Marta para que no alcanzara la entrada. Al abrir la puerta
me encontré con el rubio plantado en la puerta, con un traje y unas flores.
-¿Claveles?-
dije mirándolo de arriba abajo.
Se
encogió de hombros ligeramente y me disculpé diciendo que tenía que coger el
abrigo. Subí a arriba para coger una chaqueta, y antes pasé por la habitación
de Marie, sabía que ella tendría algo que ver. Era imposible que si se montaba
algo la pequeña no estuviera en el ajo.
-Marie-
dije entrando.- Me hace mucha gracia que te hayas enterado de mi cita con
Niall, pero ni pizca que le contases que mis flores favoritas son los claveles.
-Por
favor Pau, te encantan los claveles y Niall, no es una combinación explosiva.-
respondió con voz angelical.
-Oh
si, también es una combinación explosiva Fleet Street, Harry y Marie-
contraataqué.
Aquello
fue un golpe bajo con todas las de la ley. Su boca se encerró en una firme
línea que denotaba todo su enfado. Me dedicó una sarcástica sonrisa y me largué
de su habitación dispuesta a pasar una buena noche. Bajé las escaleras
corriendo de nuevo y volví a la puerta, dónde el irlandés seguía esperando
fielmente. Cerré y le dediqué una sonrisa.
-¿Bueno
y dónde vamos?- dije sonriente.
-Todo
a su tiempo pequeña, primero vamos a esperar, la cita de Louis tampoco puede
tardar mucho.
¿La
cita de Louis? ¿De qué iba esto? ¿Una cita doble? ¿Con quién coño salía Tommo? Me giré hacía la casa de la tía de Marie a
tiempo de ver como Valeria salía de ella, totalmente arreglada y Louis la
alcanzaba más o menos dónde estábamos nosotros. Mi cara era épica.
-No
puede ser- balbuceé - ¿Qué coño pintas tú aquí?
-Podría
decírsete lo mismo.- me replicó Valeria.
Miramos
a los chicos al mismo tiempo, esperando una respuesta.
-Pues
verás, yo había reservado mesa para dos, pero Lou también había quedado y
decidimos reservar juntos.- Respondió sonrojándose Niall.
Arqueé
una ceja, volviendo a mirar al mayor de los chicos, y suspiré. Qué se le iba a
hacer.
-¿Y
tú porque no me dijiste que salías hoy?- Siseó Valeria.
-Porque
en teoría ninguna de vosotras ni de ellos tenía que saber que Niall y yo
habíamos quedado, ¿por qué no me lo dijiste tú ya que estamos?- Contesté
secamente.
-Bueno
ya paso chicas.- Dijo Louis mirando por el retrovisor.- Dejemos las cuestiones
de intimidad aparte.
Me
enfurruñé y aparté la mirada de mi amiga para dirigir la vista a la carretera,
no tenía ni idea de a dónde íbamos, pero tampoco era que me preocupara mucho,
ahora que sabía que no iba a estar sola con el irlandés las cosas perdían parte de su encanto y de su
gracia. Vale que me ilusionara que Valeria saliera con Louis, pero que saliera
también con Niall y conmigo no me hacía ni la más remota gracia y estaba
dispuesta a que los chicos lo notaran por encima de todo. Como si tenía que
tirarme en medio del restaurante y montar una escenita. Si algo había aprendido
después de tantos años de amistad con Marie era que actuar siempre funcionaba
con los tíos.
Durante
el trayecto en coche se produjo un incómodo silencio que Niall trató de llenar
con la radio, pero eso solo hizo que yo me cabreara más. Suspirando el irlandés
se bajó de un salto del coche nada más que Louis aparcó. Abrió mi puerta y se
rio de mi expresión de enfado.
-Pues
a mí no me hace ni puta gracia.- Le dije con una mueca.
-Pues
a mí sí Paula, sino no me reiría- respondió él con una sonrisa.
-Eres
idiota chaval.
-Pues
anda que tú…
-¿Qué
yo qué?- pregunté intrigada mientras el negaba con la cabeza.- No pues ahora me
lo dices.
Entró
al restaurante riendo, y no pude evitar esbozar una sonrisa, a pesar de todo no
podía enfadarme con él, y a lo mejor la velada no era tan mala como yo
esperaba.