-¿Marie?-preguntó
Valeria abriendo la puerta de mi habitación y jodiéndome el sueño.- No ya veo
que no.
“¿Qué
cojones?” Dijo una vocecita en mi cabeza. Valeria abriendo más puertas
preguntando por Marie. Puta manía. Que la chica ya era bastante mayorcita, vale
que fuese la pequeña, pero por dios que iba a cumplir 19 no 3 años. Además, una
de dos, o estaba en la casa o en la de los chicos. Porque nunca va a comprar el
pan sin dejar una nota. Además de que siempre va a comprar el pan acompañada
porque es demasiado vaga para ir sola y traer las bolsas de los sucesivos
artículos demás que compre “Por si…”
-¿Has
mirado en la cocina?- Interrogó Paula, probablemente desde su cama y
mentalmente pude ver como Valeria asentía.
-¿Y
en el jardín? ¿Y la habitación de música? – continuó Marta.
Pues
ella también estaba despierta, hala ya estaba. Valeria ya nos había jodido
nuestra mañana en la cama. A tomar por el culo los planes de un fantástico
verano sabático y sin mover un dedo. Ahora iba a tocar madrugar todos los días
porque Valeria no sabía vivir sin saber dónde estaba Marie.
-¿Y
has mirado en el salón?- pregunté saliendo al pasillo.
-Sí,
y además ¿por qué estaría en el salón?
-Bueno
tiene insomnio, suele ir al salón cuando no puede dormir- contestó Paula
encogiéndose de hombros y compartiendo una mirada conmigo.
Asentí
y bajamos las escaleras. Recorrí el pasillo recordándome mentalmente que era
idiota por no haber cogido unas zapatillas.
-Ostia
sí. Miraste en el salón de puta madre.- ironizó Marta levantando una manta y
dejando al descubierto a Marie abrazada a Harry tirados en el sofá-cama.
-Por
favor que alguien le haga una foto- murmuré con cuidado de no despertarles.
Valeria
estaba ligeramente sonrojada por el comentario de Marta y escandalizada por la
visión que ofrecía el sofá. Madre mía ni que se hubieran acostado. Además todas
sabíamos de sobra que no sería el primer novio de Marie. Harry se revolvió inquieto y giró soltándose
del abrazo de la pequeña. ¡Uy mal! La otra ya se había enterado. Abrió los ojos
y articuló con la boca “Zorras” Paula se tapó la boca para contener la risa. No
era la única porque tanto Marta como yo luchábamos fervientemente por no
echarnos a rodar de la risa por el salón. Se movió dos centímetros de su sitio
y Harry volvió a girar abrazándola de nuevo. Una hermosa prisión de amor. La
chica apretó las manos formando pequeños puñitos dispuestos a partirle la cara
al rizoso. Marta tuvo que salir al
pasillo para poder reírse sin despertar a Harry aunque mejor hubiera sido que
le despertase y así liberásemos a Marie. Pero no. No nos daba la cabeza para
tanto. Encima no podíamos hablar porque
al mínimo ruido estaba Valeria susurrando:
-Chstt
, que despertáis a mi “Chesire Boy”
Y
Marie se cagaba en la madre que nos parió mentalemente.
Los
dejamos solitos y nos dirigimos a la cocina. Estábamos muy tranquilitas hasta
que picaron en la puerta. Vaya. A tomar por el culo la tranquilidad. Definitivamente
en aquella casa no podía vivir una tranquila. Acoso matinal.
-Hola
Zayn- dijo Marta alzando bien la voz para que yo pudiera oírla.
“Genial,
el Bradford Bad Boy en casa y yo en pijama”
-¿Está
el Harold aquí?- preguntó entrando en la cocina y sentándose en el taburete
justo a la derecha del mío.
-Sí,
está en el salón abrazado a Marie, deja no vayas a despertarle que si no suelta
a la otra. – dije removiendo mi café sin apartar la vista de la cucharilla.
-Que
mala persona eres Carla hija.- Contestó Valeria.
-Vaya
por Dios, nací así.- repliqué de mala gana mientras Zayn procedía a robarme la
magdalena que estaba a punto de sumergir en el café- Mecagon tu…
Me
dio un beso en la mejilla y dijo en alto:
-Sabes
que me amas
Divertida
con la escena Valeria se dio media vuelta y yo le dediqué una mueca al musulmán
que ya estaba encendiendo un cigarrillo.
-Se
supone que ibas a dejar de fumar malote de Bradford- comentó Marie entrando por
la cocina seguido de Harry.
Harry
quién por cierto no llevaba camiseta. ¿Cómo se arreglaban para que pareciera
que se habían acostado y en realidad no haber hecho nada? En el fondo de mi ser
me intrigaba esa cuestión. Cuando estaba a punto de sumergir otra magdalena
Marie me la quitó furtivamente y Zayn se echó a reír.
-Me
he perdido- continuó la pequeña dándole un mordisco a “MI” magdalena.
-Que
el muy subnormal de Zayn me robó antes una magdalena.
Metí
la mano en la bolsa de los pequeños dulces pero estaba vacia. No podía ser.
¡Quedaba una! Levanté la vista a tiempo de ver cómo Harry mordisqueaba el que
se suponía que iba a ser mi desayuno.
-Así
os pudráis todos en el infierno.- dije apurando mi café y levantándome del
taburete.- Pues ahora me voy a ir a comprar donuts.
-¡Tráeme
Nutella!- me gritó Marie desde la cocina mientras me estaba calzando. Y pude
oír cómo Valeria preguntaba “¿Ya te la has terminado?”
Esbocé
una sonrisa y cuando levanté la vista tenía a Zayn plantado a mi lado.
-¿Vamos?
-¿Piensas
acosarme?- dije enarcando las cejas.
-No
solo pienso acompañarte al supermercado, porque necesito tabaco.
-Pero
si tú ibas a dejar de fumar- solté medio suspirando.
-“Ibas”
es verbo pasado.
“Genial,
antes de que consigas ligártelo va a terminar muerto por cáncer de pulmón” dijo
una vocecita muy cabrona en mi mente. “Carla saca tus encantos” dijo mi lado
salvaje. “Carla, te vas a comer el marco de la puerta” chilló mi cerebro, y así
hubiera sido de no ser por Zayn.
-Ya
sé que te cuesta mucho desviar la atención de mi hermoso cuerpo pero intenta no
matarte ¿vale?
-¿“Te
cuesta mucho desviar la atención de mi hermoso cuerpo”? Por favor… ya lo que me
faltaba.
-¿Pero
tú no ibas a comprar donuts?- dijo Marta interrumpiendo nuestro dulce momento-
Ay perdón no me había dado cuenta de que estabais dándoos besitos.
Y
luego la oímos gritar por la cocina.
-¡No
vayáis a la entrada que están Carla y Zayn liándose!
-Pero
será exagerada…- musité con las mejillas sonrojadas por la vergüenza.
-¿Y
por qué no podría ser verdad?- preguntó él claramente molesto por mi actitud.
-Porque
yo no pego para nada contigo.- dije estudiando mis zapatos.
-Eso
no es verdad- contestó levantándome la barbilla y mirándome a los ojos.
Esbocé
una sonrisa y abrió la puerta, dejándome pasar. Definitivamente tenía que
hacerme con él.