domingo, 31 de marzo de 2013

La soldado Carla dispuesta a hacer el gilipollas


-¿Marie?-preguntó Valeria abriendo la puerta de mi habitación y jodiéndome el sueño.- No ya veo que no.
“¿Qué cojones?” Dijo una vocecita en mi cabeza. Valeria abriendo más puertas preguntando por Marie. Puta manía. Que la chica ya era bastante mayorcita, vale que fuese la pequeña, pero por dios que iba a cumplir 19 no 3 años. Además, una de dos, o estaba en la casa o en la de los chicos. Porque nunca va a comprar el pan sin dejar una nota. Además de que siempre va a comprar el pan acompañada porque es demasiado vaga para ir sola y traer las bolsas de los sucesivos artículos demás que compre “Por si…”
-¿Has mirado en la cocina?- Interrogó Paula, probablemente desde su cama y mentalmente pude ver como Valeria asentía.
-¿Y en el jardín? ¿Y la habitación de música? – continuó Marta.
Pues ella también estaba despierta, hala ya estaba. Valeria ya nos había jodido nuestra mañana en la cama. A tomar por el culo los planes de un fantástico verano sabático y sin mover un dedo. Ahora iba a tocar madrugar todos los días porque Valeria no sabía vivir sin saber dónde estaba Marie.
-¿Y has mirado en el salón?- pregunté saliendo al pasillo.           
-Sí, y además ¿por qué estaría en el salón?
-Bueno tiene insomnio, suele ir al salón cuando no puede dormir- contestó Paula encogiéndose de hombros y compartiendo una mirada conmigo.
Asentí y bajamos las escaleras. Recorrí el pasillo recordándome mentalmente que era idiota por no haber cogido unas zapatillas.
-Ostia sí. Miraste en el salón de puta madre.- ironizó Marta levantando una manta y dejando al descubierto a Marie abrazada a Harry tirados en el sofá-cama.
-Por favor que alguien le haga una foto- murmuré con cuidado de no despertarles.
Valeria estaba ligeramente sonrojada por el comentario de Marta y escandalizada por la visión que ofrecía el sofá. Madre mía ni que se hubieran acostado. Además todas sabíamos de sobra que no sería el primer novio de Marie.  Harry se revolvió inquieto y giró soltándose del abrazo de la pequeña. ¡Uy mal! La otra ya se había enterado. Abrió los ojos y articuló con la boca “Zorras” Paula se tapó la boca para contener la risa. No era la única porque tanto Marta como yo luchábamos fervientemente por no echarnos a rodar de la risa por el salón. Se movió dos centímetros de su sitio y Harry volvió a girar abrazándola de nuevo. Una hermosa prisión de amor. La chica apretó las manos formando pequeños puñitos dispuestos a partirle la cara al rizoso.  Marta tuvo que salir al pasillo para poder reírse sin despertar a Harry aunque mejor hubiera sido que le despertase y así liberásemos a Marie. Pero no. No nos daba la cabeza para tanto.  Encima no podíamos hablar porque al mínimo ruido estaba Valeria susurrando:
-Chstt , que despertáis a mi “Chesire Boy”
Y Marie se cagaba en la madre que nos parió mentalemente.
Los dejamos solitos y nos dirigimos a la cocina. Estábamos muy tranquilitas hasta que picaron en la puerta. Vaya. A tomar por el culo la tranquilidad. Definitivamente en aquella casa no podía vivir una tranquila. Acoso matinal.
-Hola Zayn- dijo Marta alzando bien la voz para que yo pudiera oírla.
“Genial, el Bradford Bad Boy en casa y yo en pijama”
-¿Está el Harold aquí?- preguntó entrando en la cocina y sentándose en el taburete justo a la derecha del mío.
-Sí, está en el salón abrazado a Marie, deja no vayas a despertarle que si no suelta a la otra. – dije removiendo mi café sin apartar la vista de la cucharilla.
-Que mala persona eres Carla hija.- Contestó Valeria.
-Vaya por Dios, nací así.- repliqué de mala gana mientras Zayn procedía a robarme la magdalena que estaba a punto de sumergir en el café- Mecagon tu…
Me dio un beso en la mejilla y dijo en alto:
-Sabes que me amas
Divertida con la escena Valeria se dio media vuelta y yo le dediqué una mueca al musulmán que ya estaba encendiendo un cigarrillo.
-Se supone que ibas a dejar de fumar malote de Bradford- comentó Marie entrando por la cocina seguido de Harry.
Harry quién por cierto no llevaba camiseta. ¿Cómo se arreglaban para que pareciera que se habían acostado y en realidad no haber hecho nada? En el fondo de mi ser me intrigaba esa cuestión. Cuando estaba a punto de sumergir otra magdalena Marie me la quitó furtivamente y Zayn se echó a reír.
-Me he perdido- continuó la pequeña dándole un mordisco a “MI” magdalena.
-Que el muy subnormal de Zayn me robó antes una magdalena.
Metí la mano en la bolsa de los pequeños dulces pero estaba vacia. No podía ser. ¡Quedaba una! Levanté la vista a tiempo de ver cómo Harry mordisqueaba el que se suponía que iba a ser mi desayuno.
-Así os pudráis todos en el infierno.- dije apurando mi café y levantándome del taburete.- Pues ahora me voy a ir a comprar donuts.
-¡Tráeme Nutella!- me gritó Marie desde la cocina mientras me estaba calzando. Y pude oír cómo Valeria preguntaba “¿Ya te la has terminado?”
Esbocé una sonrisa y cuando levanté la vista tenía a Zayn plantado a mi lado.
-¿Vamos?
-¿Piensas acosarme?- dije enarcando las cejas.
-No solo pienso acompañarte al supermercado, porque necesito tabaco.
-Pero si tú ibas a dejar de fumar- solté medio suspirando.
-“Ibas” es verbo pasado.
“Genial, antes de que consigas ligártelo va a terminar muerto por cáncer de pulmón” dijo una vocecita muy cabrona en mi mente. “Carla saca tus encantos” dijo mi lado salvaje. “Carla, te vas a comer el marco de la puerta” chilló mi cerebro, y así hubiera sido de no ser por Zayn.
-Ya sé que te cuesta mucho desviar la atención de mi hermoso cuerpo pero intenta no matarte ¿vale?
-¿“Te cuesta mucho desviar la atención de mi hermoso cuerpo”? Por favor… ya lo que me faltaba.
-¿Pero tú no ibas a comprar donuts?- dijo Marta interrumpiendo nuestro dulce momento- Ay perdón no me había dado cuenta de que estabais dándoos besitos.
Y luego la oímos gritar por la cocina.
-¡No vayáis a la entrada que están Carla y Zayn liándose!
-Pero será exagerada…- musité con las mejillas sonrojadas por la vergüenza.
-¿Y por qué no podría ser verdad?- preguntó él claramente molesto por mi actitud.
-Porque yo no pego para nada contigo.- dije estudiando mis zapatos.
-Eso no es verdad- contestó levantándome la barbilla y mirándome a los ojos.
Esbocé una sonrisa y abrió la puerta, dejándome pasar. Definitivamente tenía que hacerme con él.


viernes, 29 de marzo de 2013

Que bordes sois las españolas


-Tíos, ¿habéis visto mi móvil?
Todos negaron la cabeza. Genial. A que me lo había dejado en el salón de las chicas. Esto era el karma por haber estado toda la jodida tarde más centrado en Marie que en lo que hacía.
-¿Creéis que las chicas duermen?
-Vamos a ver Harold, como todo ser humano las chicas duermen. Es obvio.- Respondió Louis con los ojos cerrados, los brazos cruzados alrededor del pecho y con una expresión de haber dicho la mayor verdad del mundo.
Estaba demasiado a mano para soltarle una ostia.
-Gracias Tomlinson, me aterraba pensar que quizás fueran unos extraterrestres.
-¿Sabes Louis?- dijo Liam- Deberían darte un premio por subnormal.
-¡Oh gracias Payne! No eres el primero que lo dice.
Me levanté del sofá y fui a mi habitación, las luces de la habitación de Marie estaban apagadas, pero parecía que aún había alguien despierto. Me calcé rápidamente y me pasé una chaqueta por los hombros.
-Ahora vuelvo- dije saliendo por la puerta.
Miré el reloj mientras cruzaba los 7 metros que más o menos separaban nuestra mansión de la de las chicas. Las 11 y media. “Tampoco es tan tarde Harry” Me dije.
Me paré en el escalón más alto y espié por la ventana del salón. Luz. Así que había alguien despierto por lo menos. N piqué al timbre si no que di suaves toques en la puerta. Luego oí unos pies arrastrándose por el pasillo y llegando a la puerta, los cerrojos se descorrieron y la puerta se entreabrió dejando al descubierto la pequeña figura de Marie envuelta en una camiseta holgada y unos pantalones cortos (para variar) Esa chica iba a coger la muerte definitivamente. Estaba absorto en mis pensamientos cuando la pequeña su menuda mano por delante de mi cara.
-¿Qué coño te pica Harold? ¿Me has hecho abrir la puerta para ver cómo me contemplas o necesitas algo?- susurró con su característico y borde tono.
-Creo que me he dejado el móvil en vuestro salón.
Murmuró un leve “pasa” y se hizo a un lado, arrastrando la puerta con ella.
Hice el recorrido hasta el salón de memoria, se podría decir que ya me conocía cada palmo de la planta baja de la mansión de las chicas y eso era porque nos habíamos pasado prácticamente los últimos cuatro días distribuidos entre su mansión y la nuestra. Sí. Las estábamos acosando ligeramente, pero ellas no se quejaban porque al fin y al cabo eran directioners. Marie arrastraba su pequeño cuerpo detrás de mí. Pude deducir que era la única despierta por la falta de ruido y que solo había una cuchara metida en el bote de Nutella que descansaba en la mesa que estaba justo delante del sofá. Levanté los cojines del sillón en el que había estado toda la tarde sentado y ella perezosa se tiró en el butacón negro, posó sus tobillos en la mesa y recogió el bote de Nutella dispuesta a volver a asesinarlo lenta y dolorosamente. Tras inspeccionar los laterales procedí a meter la mano en el hueco que quedaba entre el cojín y el respaldo. Bingo. Saqué el pequeño aparato y lo giré entre mis dedos con cara de satisfacción.
-Tenía que caérsete, ya verás como así no ponías esa cara de retraído.- Bufó Marie.
-Joder que mal humor ¿Te ha venido la regla pequeña?-contraataqué.
-Oh no, solo un idiota a las 11 y media.
-Pero si ni siquiera estabas dormida- protesté efusivamente.- Es verdad ¿qué haces despierta cuando todas las demás están en los brazos de Morfeo?
-Tengo insomnio- contestó mirándome con sus ojos verdosos.
Oh mierda. Eso lo explicaba todo.
-¿Y no puedes dormir?- Pregunté.
-Harry ¿Tú sabes lo que es el insomnio? Pues es un trastorno del sueño.
-Vaya gracias Marie, me alegra que me tomes por retrasado.
-De nada hijo. Eso te pasa por preguntarme si no podía dormir con insomnio.
-¿Y por qué no te tomas una pastilla?
-Porque no me funciona, solo duermo si me abraza alguien.
Muy romántico. Una de dos o era una excusa para que la abrazase toda la noche o hablaba en serio. Y Marie nunca dependía de nadie según lo que había aprendido en estos cuatro días. Vale hablaba enserio.
-¿Te vas a quedar toda la santa noche ahí plantado?
-Oh no- dije sentándome- me voy a quedar aquí plantado.
-¿Qué coño se supone que haces?
-Voy a ayudarte a dormir.
-No- dijo ella negando con la cabeza y haciendo que su rebelde pelos e metiera por su cara- Lárgate de mi casa.
-Sí- contesté yo, ella sería tozuda, pero yo era protector- Joder Marie, tienes ojeras, necesitas dormir.
-Haz lo que te salga de los cojones, al final siempre lo haces…- dijo encogiéndose de hombros.
Dirigí mi mirada hacia ella, la observé en silencio mientras se estiraba para coger el bote de Nutella y la cuchara y procedía a volver a su asiento. Perezosamente estiró la mano y me ofreció ambos instrumentos.
-Fíjate si tienes una parte amable y todo.- la piqué.
-¡Fíjate si no tienes cerebro! Quién lo iba a decir- contraatacó.
-Dios que bordes sois las españolas.
-Si te vas a pasar la noche tocándome los ovarios te largas- susurró frunciendo el ceño mientras se giraba para mirarme de frente.
Me paré en sus ojos verdes que me miraban ligeramente enfadados, enarqué una ceja y le dediqué una sonrisa a la que contestó con una mueca. Le pasé un brazo por los hombros y agarré un mecho de su pelo. Lo odiaba. Odiaba que le tocasen el pelo y lo sabía de sobra.
-Verás Styles- murmuró dulcemente.- Se rifan ostias y te va a tocar la lotería te lo advierto.
-Qué bonito, voy a ganar.- contesté enredando el mechón en mi dedo.
-Que no me toques el pelo Harold- dijo con los ojos cerrados.
-No te enfades mujer, eres una picada.
-Gracias cariño.
Volvió a dirigir su atención a la tele y nos quedamos en silencio. No era un típico silencio incómodo en el cual estás buscando un tema para continuar la conversación. No, era un silencio de los que se necesitan para respirar ligeramente, ordenar las ideas y sonreír sobre todo. Se me pasó por la cabeza un comentario que había hecho Zayn “Marie tiene acento” y yo estaba dispuesto a demostrarle al de Bradford que se equivocaba.
-Marie- dije suavemente soltando su pelo- ¿eres española?
Giró su pequeña cabeza y entre las sombras distinguí claramente cómo se mordía el labio. No podía ser. Era española. Tenía que serlo.
-Mi pasado no importa Harry, lo que importa es el presente.
-A mí sí me interesa el pasado.
-¿Y por qué coño te interesa? ¿Piensas escribir mi biografía?- replicó jugueteando con su labio inferior.
-No, simplemente me interesa el pasado de las chicas que me importan. Y tú me importas Marie. Quizás hasta demasiado.

sábado, 23 de marzo de 2013

Negativo pequeña, así no vamos a ninguna parte.


Sonreí igual que una tonta cuando Louis se posó del coche y corrió a abrirme la puerta, Niall y Paula nos llevaban ventaja, pero yo solo tenía ojos para Tomlinson. Por fin, tras miles de lágrimas, sonrisas y días, allí estaba yo enfrente de mi mayor ídolo teniendo una cita. Esto era un claro “ZAS EN TODA LA BOCA”  de los de Marie a todos aquellos que durante años me habían dicho que jamás le conocería, que jamás le abrazaría, que jamás podría estar más cerca de él que a través de una pantalla. Y todo parecía un jodido sueño, pero era real, estaba a punto de cenar con Louis William Tomlinson. “Vamos a ver Valeria, si Lou reservó con Niall ¿por qué coño no estamos entrando juntos” Me dijo una pequeña vocecita y yo retransmití la pregunta al mayor de los chicos.
-Hemos cambiado la reserva.- Dijo giñándome el ojo.
-Es un restaurante de alta categoría, cambiar una reserva así lleva tiempo.
-Bitch please, yo soy Louis Tomlinson.- Respondió mirándome con superioridad por encima del hombro y provocando mi risa nuevamente.- ¿Y tú como sabes cuánto se tarda?
-La familia de Marie se mueve por la alta sociedad, por si quedaba de entredicho con la mansión que se gasta.
-Lo imaginaba... ¿Siempre es Marie verdad?
-¿A qué te refieres?
-Quiero decir que siempre es quién os arrastra a todo.
-Es muy impulsiva- Comenté suavemente mientras él me abría la puerta del restaurante.- ¿Y quién cambió la reserva?
-Durante el trayecto vio que Paula estaba como una fiera y como quería agradarla mensajeó al dueño, al fin y al cabo es cliente habitual.
-Lo imagino…- susurré. Y dirigí la vista al comedor.
Niall y Paula estaban sentados en una mesa circular con un centro de rosas amarillas y una velas y seguí recorriendo la estancia, más mesas, más velas y más rosas. Alrededor de unas cincuenta personas bien trajeadas y de la alta sociedad a deducir de sus trajes y vestidos llenaban el gran comedor de aquel restaurante de cuatro tenedores. Un maître de apariencia italiana nos llevó a una de las mesas donde supuestamente íbamos a cenar. Estábamos al lado de Pau y el irlandés y me senté de manera que pudiera ver el rostro de mi amiga tapado a medias por la espalda del rubio. Me encantaba el pelo de Niall pero no me atrevía a tocarlo por miedo a que fuese como Marie, ciertamente desde que la pequeña me había gritado que nada de acercarse a sus rizos ya no tocaba el pelo de la gente. Louis seguía estudiándome con la mirada y me pregunté qué pensaría exactamente en este momento, me pregunté si él estaría tan nervioso como yo lo estaba. Y l cierto era que derrochaba estrés, no paraba de martillear el suelo con mi zapato. Tacón, punta, tacón, punta al igual que Carla enseñando a Marta a caminar con tacones. “Lo importante es que tú controles el zapato, es como crear una melodía, tú llevas el ritmo” Yo llevaba el ritmo, el control de la situación, pero una pequeña parte de mi racional mente sabía de sobra que no era así. Que nada que tuviera al mayor de los integrantes de One Direction podía ser serio y racional, en cierto sentido era mi polo opuesto. Y la Tierra es un imán gigante, hace que los polos opuestos se atraigan, y por eso yo estaba allí embobada mirando a Louis Tomlinson como una cría de quince años espía al chico guapo de segundo de bachillerato.
-¿Valeria? ¿Valeeeeeeeeeriaaaaaa?- baló el de ojos azules agitando una mano por delante de mi cara.
Sacudí la cabeza y pude ver como Paula se tapaba la boca con la mano probablemente conteniendo la risa por la visión que ofrecía mi penosa escena con Louis, debió de ser tal la impresión que tanto Niall como dos mujeres con pinta de ejecutivas que cenaban dos mesas más allá giraron la cabeza para verme, al mismo tiempo que yo enterraba la cabeza entre la maraña que suponía mi pelo castaño y deseaba morirme. “Tierra trá-ga-me” dijo mi parte tímida “Pau zorrón asqueroso” contestó mi parte más capulla “Valeria subnormal” susurró la parte racional “Joder Luisín deja de poner esa sonrisa que te violo” contraatacó mi corazón.
-Perdona Lou, ¿qué decías?
-Te preguntaba que si sabías lo que querías cenar.
-Mmm… Lo cierto es que aún no he leído la carta.
-Puedo imaginarlo- musitó, era evidente que pensaba que yo le encontraba aburrido.
Volví a bajar la vista hacía la  carta del restaurante. “La has cagado bien cagada Valeria” Me vibró el móvil en el bolsillo. Marie.
‘¿Qué tal todo?’
‘De pena’
‘Valeria hija, saca tu vena de gatita’
‘Marie eres sumamente gilipollas ¿te lo había dicho alguna vez?’
‘Unas setenta, pero admite que me amas’
‘Sagerao’
Estiré el cuello por encima de la carta para ver qué hacía mi acompañante y descubrirle a él también hablando por teléfono.
-Vale, Louis, así no llegamos a ninguna parte.- Dije estirando la mano.
-Toma- respondió encogiéndose de hombros.- ¿Con quién hablabas?-Preguntó.
-¿Con quién hablabas tu?- Contraataqué volviendo a sonreír, definitivamente tendría que mirarme lo del bipolarismo.
-Yo con Zayn, me contaba que estaban en vuestra casa y Marie y Harry ya se vuelven a hablar, de hecho tengo entendido que están tonteando como subnormales.
-Pues yo hablaba con Marie, eso explica que estuviera de tan buen humor la muy puta… ¿Por qué le dijiste que salíamos? Se supone que era un secreto.
-Para empezar necesitábamos un chivato entre vosotras para que nos ayudase a no fallar. Fue así como “adivinamos” que os encantaba la comida italiana, que a Paula le encantan los claveles y que tanto a Marie como a ti os gusta Lana del Rey. Como además ya habíamos descubierto que ambos íabmos a salir la mejor opción parecía la pequeña.
“Para empezar Niall se sentía culpable porque por nuestra culpa no se hablaba con Harry y supuso que si nos ayudaba a que vosotras fuerais felices quizás mejoraría su estado de ánimo, así que le pedimos consejo”
-¿Y cómo coño os colasteis en nuestra casa?
-No nos colamos, ¿recuerdas que la habitación de Marie da a nuestra casa? Pues simplemente echamos a Harry de su cuarto.
-¿Y se supone que hicisteis todo eso para tener una cita con Paula y conmigo?
-Sí
Adorable se le quedaba corto, muy corto. Si existiese un termómetro de adorabilidad y pastelosidad y me lo pusieran ahora mismo estaría estallando. Porque le quería demasiado. Y me había pedido una cita. Y había armado un jaleo para conseguir hacerme feliz. Era perfecto. Torcí la cabeza al igual que siempre hacía cuando veía algo que me encantaba y me parecía adorable. Sonreí y se pasó una mano por el pelo mientras por el rabillo del ojo vi como se acercaba el maître a nuestra mesa. Por encima del hombro de Louis divisé como Paula y Niall conversaban animadamente. Encajaban a la perfección y se notaba a millas de distancia que mi amiga le adoraba, le adoraba por encima de todo.
El hombre italiano se acercó a tomar nota, estaba nervioso y acelerado. Apuntó rápidamente o que íbamos a cenar y se alejó haciendo gestos. Miré interrogante al mayor de los chicos y negó con la cabeza estaba tan sorprendido como yo.
No tengo ni idea de la razón por la que rió después, pero esa risa era la música más melódica de todo el planeta. Era como si alguien hubiera cogido la mejor voz del mundo y la hubiera puesto dentro del chico perfecto y luego su madre le hubiera llamado Louis Tomlinson.  Rebosaba felicidad y lo que en un principio parecía que iba a ser una mierda de noche por fin pintaba felizmente. Aunque seguía ligeramente preocupada porque había una vela en el centro de la mesa y no me gustaban para nada las velas. Nada. En cualquier momento se podía caer la cera y quemar el mantel, o quemarme a mí, o a mi Luisín. El camarero trajo unos deliciosos platos que ni siquiera recordaba que los hubiera pedido y comenzó a mover el centro de un lado para otro; derecha, izquierda, centro de nuevo y derecha una vez más. Me estaba poniendo hasta a mí nerviosa. Y luego comenzó a mover la vela. NO MAL. LAS VELAS NO SE MUEVEN. Y luego como era de esperar la vela se cayó. El mantel empezó a arder y yo grité apartándome de la mesa y levantándome de la silla al mismo tiempo. Paula saltó desde la mesa de al lado para venir a sujetarme. No fuego no. Incendios no. Le tenía un pánico enorme a los incendios y a los fuegos, las llamas, el humo, los bomberos. Todo me causaba un terror enorme. Oía voces, pero solo sentía los movimiento a mi alrededor. El brazo por los hombros de Paula dio paso a dos fuertes brazos cubiertos de tatuajes. Un monigote haciendo skate y otros me permitieron reconocer que quién me abrazaba era Louis. Me acunaba contra su pecho mientras me alejaba de la mesa. Yo seguía con el miedo en las venas, con el pánico en mi mente. Niall tenía sujeta a Paula por la mano. Jodida vela. Me había estropeado la noche. Tras apagar el fuego el maître había preguntado a Louis si aún quería cenar y él viendo mi estado negó con la cabeza. Pau y el irlandés también abandonaron el restaurante cuando nosotros.
Al llegar a casa yo aún estaba en shock, no era capaz de articular palabra ni de buscar las llaves, apenas podía moverme así que era comandada por Louis que atendía a las órdenes de Paula. Me dejaron en un sofá y Marie corrió a abrazarme tal y como nosotros hacíamos con ella cuando entraba en un estado parecido al que yo estaba, claro que lo suyo solía ser mucho peor y más habitualmente. Recuperé el total control de mi persona apenas media hora después de salir del restaurante, los chicos ya no estaban en casa y a mi lado ahora estaba Carla que se dedicaba a jugar con un mechón de su rubio pelo. Marie trajinaba por toda la casa tirando a la basura todas las velas que pudiera haber por la mansión. Marta estaba cocinando algo por el olor que provenía de la cocina y por la risa conocida debía de estar acompañada por Paula. Lo que me dejaba a solas con la mayor que estaba concentrada en los dibujos animados que seguramente habrían sido obra de la dictadura televisiva que solía imponer Marie.