Sonreí
igual que una tonta cuando Louis se posó del coche y corrió a abrirme la
puerta, Niall y Paula nos llevaban ventaja, pero yo solo tenía ojos para
Tomlinson. Por fin, tras miles de lágrimas, sonrisas y días, allí estaba yo
enfrente de mi mayor ídolo teniendo una cita. Esto era un claro “ZAS EN TODA LA
BOCA” de los de Marie a todos aquellos
que durante años me habían dicho que jamás le conocería, que jamás le
abrazaría, que jamás podría estar más cerca de él que a través de una pantalla.
Y todo parecía un jodido sueño, pero era real, estaba a punto de cenar con
Louis William Tomlinson. “Vamos a ver Valeria, si Lou reservó con Niall ¿por
qué coño no estamos entrando juntos” Me dijo una pequeña vocecita y yo
retransmití la pregunta al mayor de los chicos.
-Hemos
cambiado la reserva.- Dijo giñándome el ojo.
-Es
un restaurante de alta categoría, cambiar una reserva así lleva tiempo.
-Bitch
please, yo soy Louis Tomlinson.- Respondió
mirándome con superioridad por encima del hombro y provocando mi risa
nuevamente.- ¿Y tú como sabes cuánto se tarda?
-La
familia de Marie se mueve por la alta sociedad, por si quedaba de entredicho
con la mansión que se gasta.
-Lo
imaginaba... ¿Siempre es Marie verdad?
-¿A
qué te refieres?
-Quiero
decir que siempre es quién os arrastra a todo.
-Es
muy impulsiva- Comenté suavemente mientras él me abría la puerta del
restaurante.- ¿Y quién cambió la reserva?
-Durante
el trayecto vio que Paula estaba como una fiera y como quería agradarla mensajeó
al dueño, al fin y al cabo es cliente habitual.
-Lo
imagino…- susurré. Y dirigí la vista al comedor.
Niall
y Paula estaban sentados en una mesa circular con un centro de rosas amarillas
y una velas y seguí recorriendo la estancia, más mesas, más velas y más rosas.
Alrededor de unas cincuenta personas bien trajeadas y de la alta sociedad a
deducir de sus trajes y vestidos llenaban el gran comedor de aquel restaurante
de cuatro tenedores. Un maître de apariencia italiana nos llevó a una de las
mesas donde supuestamente íbamos a cenar. Estábamos al lado de Pau y el
irlandés y me senté de manera que pudiera ver el rostro de mi amiga tapado a
medias por la espalda del rubio. Me encantaba el pelo de Niall pero no me
atrevía a tocarlo por miedo a que fuese como Marie, ciertamente desde que la
pequeña me había gritado que nada de acercarse a sus rizos ya no tocaba el pelo
de la gente. Louis seguía estudiándome con la mirada y me pregunté qué pensaría
exactamente en este momento, me pregunté si él estaría tan nervioso como yo lo
estaba. Y l cierto era que derrochaba estrés, no paraba de martillear el suelo
con mi zapato. Tacón, punta, tacón, punta al igual que Carla enseñando a Marta
a caminar con tacones. “Lo importante es que tú controles el zapato, es como
crear una melodía, tú llevas el ritmo” Yo llevaba el ritmo, el control de la
situación, pero una pequeña parte de mi racional mente sabía de sobra que no
era así. Que nada que tuviera al mayor de los integrantes de One Direction
podía ser serio y racional, en cierto sentido era mi polo opuesto. Y la Tierra
es un imán gigante, hace que los polos opuestos se atraigan, y por eso yo
estaba allí embobada mirando a Louis Tomlinson como una cría de quince años
espía al chico guapo de segundo de bachillerato.
-¿Valeria?
¿Valeeeeeeeeeriaaaaaa?- baló el de ojos azules agitando una mano por delante de
mi cara.
Sacudí
la cabeza y pude ver como Paula se tapaba la boca con la mano probablemente
conteniendo la risa por la visión que ofrecía mi penosa escena con Louis, debió
de ser tal la impresión que tanto Niall como dos mujeres con pinta de ejecutivas
que cenaban dos mesas más allá giraron la cabeza para verme, al mismo tiempo
que yo enterraba la cabeza entre la maraña que suponía mi pelo castaño y
deseaba morirme. “Tierra trá-ga-me” dijo mi parte tímida “Pau zorrón asqueroso”
contestó mi parte más capulla “Valeria subnormal” susurró la parte racional “Joder
Luisín deja de poner esa sonrisa que te violo” contraatacó mi corazón.
-Perdona
Lou, ¿qué decías?
-Te
preguntaba que si sabías lo que querías cenar.
-Mmm…
Lo cierto es que aún no he leído la carta.
-Puedo
imaginarlo- musitó, era evidente que pensaba que yo le encontraba aburrido.
Volví
a bajar la vista hacía la carta del
restaurante. “La has cagado bien cagada Valeria” Me vibró el móvil en el
bolsillo. Marie.
‘¿Qué
tal todo?’
‘De
pena’
‘Valeria
hija, saca tu vena de gatita’
‘Marie
eres sumamente gilipollas ¿te lo había dicho alguna vez?’
‘Unas
setenta, pero admite que me amas’
‘Sagerao’
Estiré
el cuello por encima de la carta para ver qué hacía mi acompañante y
descubrirle a él también hablando por teléfono.
-Vale,
Louis, así no llegamos a ninguna parte.- Dije estirando la mano.
-Toma-
respondió encogiéndose de hombros.- ¿Con quién hablabas?-Preguntó.
-¿Con
quién hablabas tu?- Contraataqué volviendo a sonreír, definitivamente tendría
que mirarme lo del bipolarismo.
-Yo
con Zayn, me contaba que estaban en vuestra casa y Marie y Harry ya se vuelven
a hablar, de hecho tengo entendido que están tonteando como subnormales.
-Pues
yo hablaba con Marie, eso explica que estuviera de tan buen humor la muy puta…
¿Por qué le dijiste que salíamos? Se supone que era un secreto.
-Para
empezar necesitábamos un chivato entre vosotras para que nos ayudase a no
fallar. Fue así como “adivinamos” que os encantaba la comida italiana, que a Paula
le encantan los claveles y que tanto a Marie como a ti os gusta Lana del Rey.
Como además ya habíamos descubierto que ambos íabmos a salir la mejor opción
parecía la pequeña.
“Para
empezar Niall se sentía culpable porque por nuestra culpa no se hablaba con
Harry y supuso que si nos ayudaba a que vosotras fuerais felices quizás
mejoraría su estado de ánimo, así que le pedimos consejo”
-¿Y
cómo coño os colasteis en nuestra casa?
-No
nos colamos, ¿recuerdas que la habitación de Marie da a nuestra casa? Pues
simplemente echamos a Harry de su cuarto.
-¿Y
se supone que hicisteis todo eso para tener una cita con Paula y conmigo?
-Sí
Adorable
se le quedaba corto, muy corto. Si existiese un termómetro de adorabilidad y
pastelosidad y me lo pusieran ahora mismo estaría estallando. Porque le quería
demasiado. Y me había pedido una cita. Y había armado un jaleo para conseguir
hacerme feliz. Era perfecto. Torcí la cabeza al igual que siempre hacía cuando
veía algo que me encantaba y me parecía adorable. Sonreí y se pasó una mano por
el pelo mientras por el rabillo del ojo vi como se acercaba el maître a nuestra
mesa. Por encima del hombro de Louis divisé como Paula y Niall conversaban
animadamente. Encajaban a la perfección y se notaba a millas de distancia que
mi amiga le adoraba, le adoraba por encima de todo.
El
hombre italiano se acercó a tomar nota, estaba nervioso y acelerado. Apuntó
rápidamente o que íbamos a cenar y se alejó haciendo gestos. Miré interrogante
al mayor de los chicos y negó con la cabeza estaba tan sorprendido como yo.
No
tengo ni idea de la razón por la que rió después, pero esa risa era la música
más melódica de todo el planeta. Era como si alguien hubiera cogido la mejor
voz del mundo y la hubiera puesto dentro del chico perfecto y luego su madre le
hubiera llamado Louis Tomlinson. Rebosaba felicidad y lo que en un principio
parecía que iba a ser una mierda de noche por fin pintaba felizmente. Aunque
seguía ligeramente preocupada porque había una vela en el centro de la mesa y
no me gustaban para nada las velas. Nada. En cualquier momento se podía caer la
cera y quemar el mantel, o quemarme a mí, o a mi Luisín. El camarero trajo unos
deliciosos platos que ni siquiera recordaba que los hubiera pedido y comenzó a
mover el centro de un lado para otro; derecha, izquierda, centro de nuevo y
derecha una vez más. Me estaba poniendo hasta a mí nerviosa. Y luego comenzó a
mover la vela. NO MAL. LAS VELAS NO SE MUEVEN. Y luego como era de esperar la
vela se cayó. El mantel empezó a arder y yo grité apartándome de la mesa y levantándome
de la silla al mismo tiempo. Paula saltó desde la mesa de al lado para venir a
sujetarme. No fuego no. Incendios no. Le tenía un pánico enorme a los incendios
y a los fuegos, las llamas, el humo, los bomberos. Todo me causaba un terror
enorme. Oía voces, pero solo sentía los movimiento a mi alrededor. El brazo por
los hombros de Paula dio paso a dos fuertes brazos cubiertos de tatuajes. Un monigote
haciendo skate y otros me permitieron reconocer que quién me abrazaba era
Louis. Me acunaba contra su pecho mientras me alejaba de la mesa. Yo seguía con
el miedo en las venas, con el pánico en mi mente. Niall tenía sujeta a Paula
por la mano. Jodida vela. Me había estropeado la noche. Tras apagar el fuego el
maître había preguntado a Louis si aún quería cenar y él viendo mi estado negó
con la cabeza. Pau y el irlandés también abandonaron el restaurante cuando
nosotros.
Al
llegar a casa yo aún estaba en shock, no era capaz de articular palabra ni de
buscar las llaves, apenas podía moverme así que era comandada por Louis que atendía
a las órdenes de Paula. Me dejaron en un sofá y Marie corrió a abrazarme tal y
como nosotros hacíamos con ella cuando entraba en un estado parecido al que yo
estaba, claro que lo suyo solía ser mucho peor y más habitualmente. Recuperé el
total control de mi persona apenas media hora después de salir del restaurante,
los chicos ya no estaban en casa y a mi lado ahora estaba Carla que se dedicaba
a jugar con un mechón de su rubio pelo. Marie trajinaba por toda la casa
tirando a la basura todas las velas que pudiera haber por la mansión. Marta
estaba cocinando algo por el olor que provenía de la cocina y por la risa
conocida debía de estar acompañada por Paula. Lo que me dejaba a solas con la
mayor que estaba concentrada en los dibujos animados que seguramente habrían
sido obra de la dictadura televisiva que solía imponer Marie.
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