lunes, 11 de febrero de 2013

Si rayo lo patético lo digo.


Nada podía hacérseles a Marie y Harry, estaban tan enfadados uno con el otro que la chica había subido corriendo a su habitación y había cerrado tan fuertemente las cortinas de la ventana que daba a la mansión de los chicos, tan fuerte que casi las tiras. No es que me preocupara mucho lo que iba a decir el rizoso, si no lo que ella iba a hacer. Durante toda la mañana siguiente intenté entrar varias veces en su habitación para hacerla entrar en razón para que se disculpase (aunque yo bien sabía que mi amiga no tenía ni pizca de culpa) pero alguien tenía que dar el primer paso y ninguno de los dos cedía el brazo. Al mismo tiempo intentaba mantener en secreto mi salida de esta noche con Niall e intentaba prepararme para ella. Cuando era pequeña solían decirme que siguiera mis sueños y ahora que casi los tenía al alcance de unas horas realmente no sabía si quería conseguirlos. Me entraba un pánico terrible solo de pensar que iba a ir a cenar con el irlandés más deseado de toda la Historia. A lo mejor no el más deseado pero sí el más tierno.
Marta sospechaba algo, y me preocupaba totalmente que pudiera decírselo a Carla. Porque ella podría arruinar por completo la intimidad de la salida. Valeria no tenía ni la más remota idea, o eso quería yo pensar. Y Marie estaba tan centrada en sus propios problemas que no se percataba de lo que le pasaba al resto del mundo. Salió de su cuarto en un par de ocasiones y solo lo hizo para comer algo. Deambulaba por la casa como un zombi y Carla se limitaba a mirarla y decir:
-Esta chica parece tonta.
Algo que enfadaba a Valeria, tanto que terminó por salir del salón y encerrarse en su cuarto también, y como yo no quería disfrutar de la infernal compañía de las hermanas sarcasmo me largué a solucionar mis propios problemas, ¿Qué coño iba a ponerme? Mi vestidor estaba lleno de preciosas prendas, vestidos despampanantes, camisetas divinas, blusas perfectas (`palabras textuales de Marta) Y sin embargo yo no tenía ni idea de que llevar. Ni siquiera sabía dónde íbamos a ir, lo que me daría una imagen más clara de mi vestimenta. Pero ni eso. Me senté en la moqueta y me masajeé las sienes. ¿Por qué era tan difícil ser feliz? Volví a levantarme dispuesta a encontrar mi ropa. Agité frente a mí una blusa azul marino y otra rosa. Suspirando descarté la última, y recogí unos pitillos rojos del suelo. Como toque final elegí unas sandalias del mismo tono que la blusa. Salí sigilosamente del vestidor, cerrando la puerta sin hacer ruido. Corretee a mi habitación y cerré dando un portazo, queriendo hacer creer a Carla que Marie volvía a estar de mala ostia. Daba pena echarle toda la mierda encima a la pequeña, pero era lo más creíble.


Cuando a las ocho sonó el timbre casi me da algo, Niall era tan sumamente puntual que hasta daba miedo, bajé corriendo las escaleras y me lancé a abrir la puerta tan rápido que embestí a Marta para que no alcanzara la entrada. Al abrir la puerta me encontré con el rubio plantado en la puerta, con un traje y unas flores.
-¿Claveles?- dije mirándolo de arriba abajo.
Se encogió de hombros ligeramente y me disculpé diciendo que tenía que coger el abrigo. Subí a arriba para coger una chaqueta, y antes pasé por la habitación de Marie, sabía que ella tendría algo que ver. Era imposible que si se montaba algo la pequeña no estuviera en el ajo.
-Marie- dije entrando.- Me hace mucha gracia que te hayas enterado de mi cita con Niall, pero ni pizca que le contases que mis flores favoritas son los claveles.
-Por favor Pau, te encantan los claveles y Niall, no es una combinación explosiva.- respondió con voz angelical.
-Oh si, también es una combinación explosiva Fleet Street, Harry y Marie- contraataqué.
Aquello fue un golpe bajo con todas las de la ley. Su boca se encerró en una firme línea que denotaba todo su enfado. Me dedicó una sarcástica sonrisa y me largué de su habitación dispuesta a pasar una buena noche. Bajé las escaleras corriendo de nuevo y volví a la puerta, dónde el irlandés seguía esperando fielmente. Cerré y le dediqué una sonrisa.
-¿Bueno y dónde vamos?- dije sonriente.
-Todo a su tiempo pequeña, primero vamos a esperar, la cita de Louis tampoco puede tardar mucho.
¿La cita de Louis? ¿De qué iba esto? ¿Una cita doble? ¿Con quién coño salía Tommo?  Me giré hacía la casa de la tía de Marie a tiempo de ver como Valeria salía de ella, totalmente arreglada y Louis la alcanzaba más o menos dónde estábamos nosotros. Mi cara era épica.
-No puede ser- balbuceé - ¿Qué coño pintas tú aquí?
-Podría decírsete lo mismo.- me replicó Valeria.
Miramos a los chicos al mismo tiempo, esperando una respuesta.
-Pues verás, yo había reservado mesa para dos, pero Lou también había quedado y decidimos reservar juntos.- Respondió sonrojándose Niall.
Arqueé una ceja, volviendo a mirar al mayor de los chicos, y suspiré. Qué se le iba a hacer.
-¿Y tú porque no me dijiste que salías hoy?- Siseó Valeria.
-Porque en teoría ninguna de vosotras ni de ellos tenía que saber que Niall y yo habíamos quedado, ¿por qué no me lo dijiste tú ya que estamos?- Contesté secamente.
-Bueno ya paso chicas.- Dijo Louis mirando por el retrovisor.- Dejemos las cuestiones de intimidad aparte.
Me enfurruñé y aparté la mirada de mi amiga para dirigir la vista a la carretera, no tenía ni idea de a dónde íbamos, pero tampoco era que me preocupara mucho, ahora que sabía que no iba a estar sola con el irlandés  las cosas perdían parte de su encanto y de su gracia. Vale que me ilusionara que Valeria saliera con Louis, pero que saliera también con Niall y conmigo no me hacía ni la más remota gracia y estaba dispuesta a que los chicos lo notaran por encima de todo. Como si tenía que tirarme en medio del restaurante y montar una escenita. Si algo había aprendido después de tantos años de amistad con Marie era que actuar siempre funcionaba con los tíos.
Durante el trayecto en coche se produjo un incómodo silencio que Niall trató de llenar con la radio, pero eso solo hizo que yo me cabreara más. Suspirando el irlandés se bajó de un salto del coche nada más que Louis aparcó. Abrió mi puerta y se rio de mi expresión de enfado.
-Pues a mí no me hace ni puta gracia.- Le dije con una mueca.
-Pues a mí sí Paula, sino no me reiría- respondió él con una sonrisa.
-Eres idiota chaval.
-Pues anda que tú…
-¿Qué yo qué?- pregunté intrigada mientras el negaba con la cabeza.- No pues ahora me lo dices.
Entró al restaurante riendo, y no pude evitar esbozar una sonrisa, a pesar de todo no podía enfadarme con él, y a lo mejor la velada no era tan mala como yo esperaba.

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